Trail Sierra Nevada, 9 horas en las que evadirse de esta rara, por no decir difícil realidad.
Entre fines de semana en Ermitas Park y la sierrezuela de Villafranca llegó el 10 de abril, ya se estaba resistiendo.
El recorrido pintaba bien, 60 km, 3500+ y muchas ganas de pasarlo y hacerlo bien. Salíamos a las 6 de la mañana de Beas de Granada y allí me encontraba con mi fiel compañero, mi tio y un inesperado encuentro con Miguel, viejo conocido del club. Aunque sabía que la carrera, para bien o para mal, tenía que hacerlo en solitario.
Sonaba Viva la Vida de Coldplay y Chito animaba el cotarro, qué ganas había de escucharlo al micro después de tanto tiempo. Se dio la salida con un perfecto protocolo Covid y empezaba la guerra. Los primeros 5 kilómetros de carrera fueron entre senderos y cortafuegos en fila de uno y en trenecito al son de los frontales, los tapones eran lo justamente perfectos para no desbocarse y pagarlo luego. Llegamos al primer avituallamiento y paro tranquilamente, 10 kilómetros y me veo en una posición de carrera en la que creo que no es la mía, pero mi cuerpo no pide tirar más, las sensaciones no son buenas. Comienza a amanecer y aunque tengo frio y estoy perezoso comienzo a ir adelantando tímidamente, desde el kilómetro 13 o 14 nadie más me adelanta y solo voy subiendo posiciones, eso va motivando. Vamos amaneciendo entre preciosos senderos, algún arroyo que otro y una bajada pistera al siguiente avituallamiento. Llegamos al 2o avituallamiento en el km 23 en el pueblo de Quéntar. Tras parar a comer bastante y recargar bebida ( los avituallamientos fueron magníficos durante toda la carrera) me siento más activo y empiezo a subir el ritmo y disfrutar más, es de día ya y podemos disfrutar de la primera subida dura de carrera de 7 kilometros entre senderos y pisteo de olivos a los jarales. Arriba está bastante nublado y voy solo lo que me hace ir disfrutando muchísimo. Como no, después de una gran subida siempre hay una gran bajada y aunque termina poniéndose pesada por un tramo de asfalto llegamos al pueblo de
Pinos Genil y el avituallamiento central del kilómetro 37. Hay bastante ambiente en el pueblo dentro de las circunstancias. Hay que parar a comer bien y recargar, aquí empieza realmente la carrera ya que quedan 23 kilómetros con más de 2000+ si no recuerdo mal. Avituallo tranquilo pero sin demora, aquí dejo a unos 20 corredores que se encuentran literalmente tirados en sillas y el suelo, me dije para mi, estos no pillaron tapón y se colaron. Pues eso, a la marcha y empieza la primera subida de las 3 que quedan hasta el siguiente avituallamiento, aquí empiezan a pasarnos como motos los corredores de la maratón. Entre subidas sinuosas y alguna que otra bajada con culo a tierra, también pasamos a algunos corredores de la Ultra, le doy todo el ánimo que puedo.
Seguimos rodeando el pantano de Canales, esta parte es muy bonita y hace más ameno el atracón de positivos que nos estamos dando. La segunda de las subidas al castillejo de Güéjar tampoco se queda atrás, aunque ya hay ganas de llegar a la parte más significativa de la carrera, el barranco de las víboras. Vamos apretando y adelantando corredores, voy 30 minutos adelantado a mi pronóstico. Entre tanto, llegamos al fin al barranco de las víboras y la dura subida de las Z. Bastoneo a bastoneo y un poco cascado aunque siguiendo disfrutando muchisimo llegamos arriba, el Dornajo y último avituallamiento del kilómetro 48. Me encuentro con mi pareja y el subidón es mayor, quedan 12 km y 500 + con 6 kilómetros de carretera, asique avituallo rápido y le digo que voy con la cabeza en bajar de 9 horas, llevo 7 horas 25 minutos y puedo correr bastante. Salgo con el subidón y empiezo a correr como si la carrera hubiese empezado 20 minutos antes aunque me dura 500 metros, la motivación se choca con la realidad y empiezo a correr y andar carretera arriba, no puedo parar porque me cogen por detrás y si aprieto un poco puedo coger a alguien por delante, mentalidad de un élite que va en podium aplicada a un globero que va el 90 y pico, pero yo mismo me motivaba y ahora me hace bastante gracia. Ya empiezo a ver Pradollano y quedan unos 3 kilometros, me relajo porque voy bien de tiempo y veo a lo lejos que viene el compañero Yokin de la maratón a lo lejos. En una bonita llegada a Pradollano entre pinos comenzamos la última subida a la estación en la que me coge Yokin, me pasa corriendo y me animo a correr detrás de él. Entramos a Pradollano y corriendo entre esquiadores y bares, solo veo cervezas y comida encima de las mesas y un sub 9 horas en la talega, voy motivadisimo hasta que a escasos metros de meta, nos cortan el paso y nos mandan a subir una pared de unos 200 metros de nieve con su respectiva bajada por pista y empiezo a echar sapos y culebras por la boca. Me lo tomo tranquilamente y saco los bastones para arrastrarme en esa dichosa subida. Y si, a tomar por saco el tiempo, que no significaba nada pero personalmente me motivaba. Aunque lo realmente importante, fue conseguir esa meta aunque fuese 8 minutos más tarde, porque conseguí cerrar un bucle de 2 años nefastos. Volveré a esta preciosa carrera, muy bien organizada, conformandome con disfrutar la mitad de lo que lo hice y con la compañía de las personas que me rodearon.